Cuando el camino se acorta,
solo tenes dos opciones,
o seguis tropezando por la vida,
o te quedas tirado en la catrera.
Y la catrera en algun momento
te clava alguna astilla.
Yo aprendi que caminando,
se llega a muchos pueblos,
y en esos pueblos hay cielos,
que te prestan sus oidos,
y hay avernos oscuros,
que engatuzan tus sentidos.
Pero si el infierno te gusta,
te prometo vida mia,
seas de castelar o caseros,
que te llevo cada día.
Asi que andando voy,
tropezando sin temor,
Ya no tiemblo por tu sombra,
ya no soy, aquella loca,
ya no te voy a buscar,
ni a regalarte canciones,
No me sobra ni un lunar.
Te firmo este poema,
Que se que nunca leerás.
Sabrina M. Perez
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